lunes, 22 de abril de 2013

ANTONIO MACHADO 
BIOGRAFÍA
En Sevilla nace en 1875 Antonio Machado y Ruiz, hijo de un estimable folclorista. En 1883 se traslada la familia a Madrid y Antonio, como sus otros hermanos, estudia en la Institución Libre de Enseñanza. Continúa el Bachillerato en los Institutos de San Isidro y Cisneros (aunque no lo terminaría hasta los 25 años). Al morir su padre en 1893 y su abuelo en 1895 sobrevienen dificultades económicas y Antonio empieza un trabajo como actor teatral. En 1899 se traslada - con su hermano Manuel - a París donde trabaja como traductor y entra en contacto con la vida literaria parisiense. Posteriormente, en una segunda estancia en París (1902) conoce a Rubén Darío, con quien le unen mutuos lazos de admiración.
La publicación de Soledades (1903) lo revela como poeta extraordinario.
En 1907 obtiene la cátedra de francés en el Instituto de Soria. Allí pasa una etapa fundamental de su vida. En 1909 se casa con Leonor Izquierdo, una muchacha de 16 años, aunque tres años después, en 1912, ésta fallece en Soria. Antonio, desesperado, abandona la ciudad castellana y se traslada a Baeza. No obstante su corazón queda en Soria.
En 1919 se traslada a Segovia donde desarrolla una intensa actividad de cultura popular. Es elegido miembro de la Real Academia Española en 1927. Conoce por entonces a Pilar Valderrama, la Guiomar de sus últimos poemas amorosos. Y en 1931 obtiene una cátedra en el Instituto Calderón, de Madrid (más tarde pasará al Instituto Cervantes).
En Madrid le sorprende la guerra. Firme partidario de la República, tiene que trasladarse a Valencia; en un pueblecito vecino, Rocafort, vive y escribe en defensa de su España, hasta 1938, en que va a Barcelona, para refugiarse al año siguiente en Francia con su madre. Ambos, muy enfermos, son acogidos en un hotelito de Collioure, donde el 22 de febrero de 1939 muere el poeta. Tres días después fallece su madre. 

OBRAS
  • SOLEDADES
 
El libro Soledades aparece en pleno apogeo del movimiento modernista, lo que es bien visible en la mayoría de los cuarenta y dos poemas que lo componen. Predomina en ellos el tono melancólico y doliente, la anécdota argumental es prácticamente inexistente y los temas son los característicos del intimismo posromántico: el amor, el paso del tiempo, la soledad, la infancia perdida, los sueños, ... Pretende Machado captar en sus versos lo que él denomina universales del sentimiento:
Pensaba yo que el elemento poético no era la palabra por su valor fónico, ni el color, ni la línea, ni un complejo de sensaciones, sino una honda palpitación del espíritu: lo que pone el alma, si es que algo pone, o lo que dice, si es que algo dice, con voz propia, en respuesta animada al contacto del mundo. Y aun pensaba que el hombre puede sorprender algunas palabras de un íntimo monólogo, distinguiendo la voz viva de los ecos inertes; que puede también, mirando hacia dentro, vislumbrar las ideas cordiales, los universales del sentimiento
Es ya muy característico el empleo de símbolos, con los que el poeta desea escudriñar el misterio de lo escondido: el camino, el espejo, el cristal, el laberinto, la fuente, el río, el mar, el jardín, el crepúsculo, la tarde, el otoño ... Sus significados son muy diversos y a veces cambiantes según los textos.
En la segunda edición de 1907 se acentúa la línea intimista. El recuerdo, la memoria, el sueño, evocan constantemente un pasado perdido. Se incorporan nuevos símbolos como el de las galerías del alma con el que Machado pretende dar cuenta del interior de la conciencia. Es notable una sensación general de angustia tanto por el fluir incontenible del tiempo como por la premonición de la muerte. Dios aparece también en algunos poemas entrevisto en un sentido muy unamuniano: racionalmente inexistente pero vitalmente deseable.
El sentimiento del paisaje es muy acusado y característico: la realidad exterior queda impregnada del estado emocional del poeta, de modo que la fusión en la poesía de Machado de paisaje y alma hace en ella bueno el famoso principio simbolista de que "el paisaje es un estado de ánimo".
En Soledades, bajo la diversidad de motivos e imágenes, puede advertirse una obsesión permanente: la búsqueda del yo, el desazonado interrogatorio sobre la propia identidad. Tema muy romántico, pero que Machado formula más desde la sensibilidad contenida de un Bécquer, que desde la actitud declamatoria del Romanticismo sonoro.
En realidad, diversas tradiciones poéticas confluyen en Machado (Realismo, Romanticismo, poesía popular, simbolismo, decadentismo). 

  •  CAMPO DE CASTILLA
Publicado inicialmente en 1912, con las posteriores adiciones, Campos de Castilla consta finalmente de cincuenta y seis poemas. En ellos se advierten cambios fundamentales con respecto a Soledades: se atenúan considerablemente el subjetivismo y la introspección y, por el contrario, pasa a primer plano la realidad exterior.
Si en Soledades el paisaje, lindante con el sueño, tiene un carácter simbólico en el que se proyecta el yo íntimo, en Campos de Castilla aunque conserva cierto simbolismo, es ya de inspiración más objetiva y, más que recrear una atmósfera sentimental propicia a la meditación, se describen paisajes reales, que, muchas veces, se pueblan de presencias humanas o aluden a circunstancias históricas.
El yo del poeta pasa a un segundo plano y se abre a los otros. Es como si Machado pretendiera superar el característico intimismo de Soledades y buscara ahora en los demás las claves de una realidad que no había hallado respuesta satisfactoria en el buceo introspectivo de las galerías de su alma. De hecho, en 1922 y, pese a sus discrepancias con las nuevas orientaciones estéticas de las vanguardias, aplaudirá que la poesía escape "de la mazmorra simbolista", pues "estaba enferma de subjetividad".
En buena medida, Campos de Castilla supone la vuelta hacia cierta poesía realista como vía de salida del Modernismo simbolista.
En Campos de Castilla conviven poemas muy diversos. Así, de acuerdo con el título del libro, abundan los que describen los paisajes y las gentes de Castilla. Se da cuenta del pasado glorioso de estas tierras y su andrajoso presente. Al lado de textos puramente descriptivos, hay otros que pintan una visión negra de lo español.
Cuando, después de la muerte de Leonor, Machado recuerda las tierras castellanas desde Baeza, su visión de ellas es más lírica y emotiva y el paisaje aparece otra vez teñido de subjetividad.
También del período de Baeza son los poemas con cuadros de paisaje y tipos andaluces, en los que Machado - tras haber observado el mundo de latifundios, señoritos y miseria - presenta una dura visión de la España tradicional religiosa y conservadora, desde una ideología abiertamente progresista.
Un nuevo tipo de poesía hace también su aparición en Campos de Castilla: la poesía sentenciosa de tipo filosófico y moral que integra la serie Proverbios y cantares. En estos poemillas Machado aúna sus preocupaciones filosóficas y existenciales, cada vez más presentes en su vida y en su obre, con las formas estróficas populares, todo ello envuelto frecuentemente en una sutil ironía.


POEMA
Yo voy soñando caminos
de la tarde.¡Las colinas 
doradas, los verdes pino